Actualmente
existe en el mundo una realidad que no es percibida en la Argentina: el
ciclismo de montaña está cambiando el paradigma de la realidad económica de las
pequeñas comunidades, desde los increíbles bosques canadienses hasta el
desierto australiano, desde las salvajes selvas colombianas y ecuatorianas
hasta la majestuosa zona de montaña del Nepal. Es real y está ocurriendo en
todo el mundo, transformando los modelos de comercio que se venían aplicando
desde hace siglos y que en la actualidad dejaron de ser viables, sea por
requerimientos ambientales, agotamiento de recursos o simplemente porque la
sociedad no precisa más del recurso que allí se producía durante siglos.
Puede ser
duro para una pequeña población que durante generaciones vivió de un recurso
minero o forestal que este método de ingreso económico sufra las consecuencias
de la extinción del recurso o por causa
de la prohibición de normas ambientales. La situación deja a esa pequeña
comunidad sin ingresos y condenada a muerte, dando vueltas sin sentido, como
una gallina sin cabeza: la pregunta no es si va a morir o no, sino cuánto
tiempo le llevará hacerlo y cuán larga será su agonía. Su muerte dejará a su paso comunidades y
sistemas sociales extintos. Es allí
donde IMBA, desde su área de conocimiento y experiencia de más de treinta años
en el campo del desarrollo sustentable, puede cambiar la realidad de estas
comunidades, revivirlas e incluso mejorarlas en comparación a lo que eran en su
tiempo de gloria.
Algo similar ocurrió
en Nepal, en donde las pequeñas comunidades de montaña vivían exclusivamente
del peligroso trabajo de los sherpas, quienes arriesgan su vida cargando las
mochilas de los escaladores. Esta actividad fue prácticamente la única fuente
económica del lugar desde que Edmund
Hillary hiciera cumbre en el Everest en 1953. Si bien son miles los
turistas que viajan al Nepal para subir el Himalaya, generando un importante
flujo de ingresos, este trabajo es solo para los meses de verano y es tan
peligroso que se estima mueren tres veces más sherpas que escaladores (no se
conocen las cifras reales), dejando familias enteras sin sustento. Esto cambió de manera notable cuando se
desarrollaron senderos de MTB ya que el turismo generado por esta actividad es
de cuatro estaciones, si bien no deja tantos ingresos por turista como lo hace
un escalador, el riesgo para el sherpa es cero, el flujo es constante y la
cantidad de turistas diez veces mayor. Con lo cual el ciclismo supera en
ingresos al montañismo, pero no solo eso: como el ciclista se desplaza de un
área a otra, también se generó un corredor turístico en el cual se logra de
manera sistémica una mejor distribución de los ingresos, logrando cambiar la
realidad económica de todas estas pequeñas comunidades de montaña nepalesas y deteniendo
la migración a India para mejorar sus condiciones económicas. Si leyeron bien,
los residentes de estas villas de montaña emigraban a la India porque en este
país percibían más ingresos como empleados. En la actualidad, gracias a este emprendimiento
inicial, Nepal amplia día a día su red de senderos, mejoró la promoción del MTB
y bajó las tasas de ingresos para escaladores.
Todavía hay más
ejemplos, como es el caso de Anniston, Alabama: un pueblo conocido por su
industria del acero, que ganó millones durante la Guerra de Secesión al igual
que en la Primera Guerra Mundial y también en la Segunda Guerra Mundial, cuando
la fábrica de acero cerró, el pueblo comenzó lentamente a transformarse en un
pueblo fantasma: basta utilizar Google Earth y sus fotos históricas para ver cómo
todas las calles y avenidas se encuentran llenas de negocios y casas
abandonadas: Algo similar ocurrió con Copper Harbor en Michigan. Estamos
hablando de comunidades con 200 años de historia, que agonizaban lenta y
dolorosamente desde 1980, soportada únicamente por planes sociales del
gobierno, y fue justamente cuando el gobierno dijo “no más”. Que con ayuda de IMBA lograron salir adelante,
y en menos de 7 años, desde que hicieron un cambio mental para transformarse en
Ride Center IMBA, lograron aumentar tanto sus ingresos que se desarrolló toda
una oferta hotelera, gastronómica y cultural que nunca antes había existido.
Actualmente cada comunidad cuenta con sistemas de más de cien kilómetros de
senderos- Ambos comenzaron como humildes sistemas de menos de veinte
kilómetros, pero los ingresos generados permitieron que el sistema creciera y se expandiera cambiando
de una vez y por todas la economía local, para no depender más de los planes
del estado y ser realmente independientes por primera vez en su historia.
Pero incluso los destinos que no generan cifras millonarias, como es el caso de la aldea de Tilimbela, en Ecuador, donde los locales, sin más recursos que machetes, rastrillos y buena voluntad, limpiaron un antiguo sendero utilizado por traficantes para crear un sendero de MTB, el turismo generado por el mismo proporcionó los fondos necesarios para que al cabo de un año se pudiera realizar un evento de Donwhill que convocó a más de 200 corredores y tres veces más espectadores: los ingresos fueron utilizados para ampliar la red de senderos y hoy este pueblo, perdido en la selva ecuatoriana, basa su economía en el turismo del MTB (no era un destino turístico antes), y miles de personas vuelan a Ecuador solo para practicar MTB en los senderos de Tilimbela. El dinero generado en esta pequeña comunidad gracias al flujo constante del turismo de MTB es utilizado para mejorar las escuelas, la clínica y la comunidad en general.
Otra ventaja en
relación a los turistas tradicionales es que el ciclista recorre mucha
distancia, pero como no quiere llevar demasiado peso, no carga mochilas con comida
y víveres; esto se traduce en que este forma de turismo no deja basura; a la
hora de comer o dormir, sus participantes solo cuentan con su billetera, que en
términos generales carga varias tarjeta de crédito y dólares. Su única
exigencia es una cama, un plato de comida, una ducha y un lugar seguro para su
compañera inseparable, la bicicleta.
Básicamente los
ciclistas de montaña son adictos a hacer salidas emocionantes y divertidas a
través de los entornos naturales más bellos del planeta. Todo se trata sobre la
calidad de experiencia obtenida. Es entonces crucial contar con un buen sistema de
senderos, pero a la par tiene que existir una comunidad adecuadamente educada y
capacitada que pueda brindar de manera
paralela parte de la experiencia. Desde
IMBA nos concentramos en la creación de estos espacios, no solo de los
senderos, sino también en la formación de los distintos actores de la comunidad
para lograr un sistema simbiótico donde uno ayude a crecer al otro y donde la
comunidad se beneficie en su totalidad.
Es claro gracias a estos beneficios económicos, que
todavía se están descubriendo, del ciclismo de montaña y los parques generados
por IMBA, que hacemos algo más que simplemente pasar un buen rato. Nuestro
objetivo cambiar comunidades enteras.
Para saber mas pueden visitar el sitio oficial IMBA Arg